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Un día más llegan las diez de la noche: la hora de la retirada, en la que Nuño -mi compañero- y yo somos reemplazados por los nocturnos, que llegan dispuestos a desafiar la noche madrileña con la ayuda de la siesta previa.
Para ser el mes de Enero ha sido una guardia relativamente tranquila, por lo que charlamos animadamente mientras volvemos a vestirnos como gente de a pie. «Voy a subir a la central a saludar ¿Vienes?» Por aquel entonces la base de la UVI-Movil se encontraba en el mismo edificio que la central de comunicaciones; Nuño había trabajado en ella y conservaba buenos recuerdos de los compañeros, yo me encontraba en la misma situación, por lo que no dudé en acompañarle.
Una vez arriba, me acerco a saludar a uno de mis primeros colegas de emisora, pero me detengo un momento ya que parece muy ocupado con algo: con una mano sostiene un auricular y con la otra señala el último nombre de una lista. Al verme, un rayo de esperanza cruza su rostro mientras al tiempo que descubro el motivo del desasosiego: ¿Guardia mañana en Lozoyuela? No he conseguido encontrar suplente… Eso sí que no me lo esperaba ¿En heli? ¡Por supuesto! Me dirijo a mi casa con la idea de descansar bien para al día siguiente estar, nunca mejor dicho, a la altura. Sigue leyendo