Etiquetas
Sentado en la butaca de la cabina asistencial, apoyo la cabeza sobre el lateral del mueble mientras cierro los ojos y disfruto del sopor de vuelta a la base. Dado que Jack -el otro técnico- es también conductor, intercambiamos el timón del barco, como le gusta decir, mediada la guardia. Quizá debería haber elegido un menú más ligero, pero los espaguetis y el filete con patatas parecían la mejor opción después de una mañana de avisos y con otras siete horas por delante.
El timbre del teléfono móvil desvanece mis ensoñaciones desde la zona de conducción. Alzando la voz para sobreponerse al rugido creciente del motor, Eva recita: accidente en la planta cárnica, hemorragia grave. El golpe de adrenalina me ayuda a incorporarme para, asido a la barra al efecto que recorre el techo, hacerme apresuradamente con sueros, gasas y vendas de los estantes. El impulso de la frenada previa a la primera rotonda me devuelve casi volando al asiento, donde me abrocho de nuevo el cinturón de seguridad. Nota mental: la siguiente guardia, sopa y ensalada. Sigue leyendo