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accidente, coordinador, inconsciente, juicio, noche, parada cardio-respiratoria, velocidad
La voz del coordinador suena afectada a través del móvil: No tenemos conductor para esta noche… ¿Tú puedes venir? Imposible, me han dado una suplencia de UVI-móvil mañana. Sólo hasta la hora que puedas, nos hace mucha falta, si no cubrimos estos turnos retirarán nuestra ambulancia. Realmente me encanta cambiar de aires haciendo guardia en otra base con él y el resto de voluntarios, y además sus temores sobre el fin del programa son verosímiles. Está bien, pero a las cinco doy «no operativo».
El peso de ambos uniformes deforma el colchón de la litera al dejar sobre él la mochila. El ambiente es tan distendido como suponía, y tras una animada cena decido retirarme, esperando una noche tranquila. Afortunadamente, tanto el accidente de tráfico como el apuñalamiento a los que nos envían resultan respectivamente un golpe de chapa y un rasguño, por lo que no maldigo demasiado al amanecer, cuando me levanto para tomar el autobús de vuelta a la capital. La frecuencia de las guardias nocturnas me ha hecho capaz tanto de frenar la adrenalina todavía reciente del último aviso -para lanzarme a los brazos de Morfeo- como de desperezarme inmediatamente, pero si hubiera dormido de verdad quizás el día siguiente no hubiera sido el peor de mi carrera hasta ese momento. Sigue leyendo