Tras recibir los datos del aviso, la mirada que intercambio con Martes lo expresa perfectamente: ninguno de los dos deseamos volver allí. Apenas han transcurrido dos semanas desde la agresión, las carreras y el tiro al blanco en el centro de internamiento de menores, pero durante ese tiempo hemos consensuado con la directiva de nuestra empresa que esperaremos a los pacientes en el exterior del centro. Es el momento de ver si resulta el plan.
En la entrada nos reciben varias furgones de la Unidad de Intervención Policial. Parece un lugar seguro para detener nuestra furgoneta, de aspecto vulnerable frente a las intimidatorias armaduras de los vehículos que la rodean. Central, avisad de que estamos en el punto acordado esperando al paciente. Al minuto un trabajador del centro sale a nuestro encuentro: ¡Vamos, por qué no pasáis!, exclama antes de alcanzarnos. La última vez que entramos nos agredieron, por lo que acordamos esperar aquí a que lo traigáis ¡No podemos, está sin conocimiento! Sigue leyendo