Etiquetas
director, enformera, hospital, maestro, prácticas, precipitado, vía pública
¡Hay un sitio al lado de ese bar! señala Maestro. ¿Una cocacola? Cae la tarde y, entre los variados avisos y los traslados interhospitalarios, la actividad del equipo -el segundo de mis dos habituales de UVI móvil- no ha tenido otra pausa que los mal llamados veinte minutos «de comida», lo que provoca que aceptemos unánimemente su propuesta. Quizás sea esa -y no el perfecto manejo de absolutamente cualquier situación- la mejor característica de este médico: el liderazgo que ha trabajado durante toda su vida laboral, entregada a las emergencias desde el inicio prácticamente simultáneo de ambas. Un agudo tono de móvil nos hace apurar los últimos tragos mientras Director -el otro técnico- nos confirma sin siquiera usar el callejero la cercanía del destino; quizá no disponga del arrojo de las incorporaciones más recientes, pero lo compensa sobradamente con su experiencia.
Las ruedas de nuestro pesado furgón chirrían al tratar de seguir a una patrulla policial, que unos metros delante de nosotros ha girado para abandonar la ancha avenida y alcanzar el lugar. El aplomo de Maestro le precede; sabe mejor que nadie que su compañera habitual, Enformera, le complementa perfectamente y jamás fallará en su tarea. Nuestro paciente se ha precipitado varios metros desde la fachada y ahora yace sin conocimiento sobre la acera. Esto último nos resulta extraño -en la capital la vía pública es competencia municipal- pero afortunadamente permite detener la ambulancia a escasos metros del suceso. La segunda enfermera de nuestra dotación, que realiza las prácticas del curso de especialización para UVI móvil, no se impresiona al oír la voz de Maestro dirigir nuestra actuación según el resultado de la rápida valoración inicial: Crítico, empaquetamos y nos vamos. Sigue leyendo